En la ruta del Gallito: Los antecedentes (4)
Por Frik
Claro que el panorama de las influencias e intereses en materia de monitos, para mí y mis compañeros de generación era más amplio y complejo de lo que hasta aquí llevo contado; el germen de un “fandom” historietístico sofisticado con la vista puesta más allá de la “cortina de nopal”, representada por aquella industria monopólica, ya iba existiendo. Era un fandom que veía mayoritariamente para el norte y sus supertipos, como siempre; pero también pelaba chicos ojotes por las cosas que de repente caían del otro lado del charco.
Permítaseme hablar ahora en primera persona. Así cómo conocer el “Más o Menos” en 1980 me provocó un jocoso deslumbramiento por las posibilidades de emular su irreverente desmadre, descubrir muy poco tiempo después el “Cómic Adulto” (y PENSANTE) a todo color de las revistas españolas “Cómix Internacional” y “1984”, entre otros materiales divinos que me cayeron del cielo (llamado Cocoyoc, pero eso es chisme de otra entrega) ¡FUE UN ORGASMO QUE LITERALMENTE ME DEJÓ ESTUPENDEJO!: Obras como las de Moebius, Richard Corben, Sergio Toppi, Enrique Breccia, Carlos Giménez, entre muchos otros brillantes desconocidos en estas tierras del nopal, estaban ahí ¡Y en idioma español! Detalle que no era menor.
La impresión de conocer un arte y narrativa tan sofisticada, sin restricciones de ningún tipo y que utilizaran como vehículo el lenguaje de la historieta fue maravilloso y revelador. Puedo decir sin temor a equivocarme que ese fue EL punto de inflexión en materia de mi (mala) orientación vocacional.
Yo quería hacer ESO de la manera que fuera; buena, mala, o pinche.
(Spoiler Alert: va ganando la pinche… pero me vale.)
Hasta ese momento, aunque mis habilidades dibujísticas ya me habían permitido tener trabajos relacionados, todavía dudaba de los monos como un destino profesional “serio”, con todo lo que de “seriedad” puede haber en querer desbarrancarse por una vida de precariedad, que parece ser el destino de la mayoría de los que transitan por los caminos del “arte”, entonces ¡y ahora!
Amargosidades de ruquito aparte, la pasión, que es el motor de todo salto al vacío de esta naturaleza, me impulsó a estudiar, y aprender, y buscar involucrarme en lo que entonces era un ambiente en construcción que, finalmente, me llevaría a encontrarme con los que hicimos posible la existencia de una revista que se iba a llamar “El Gallito Inglés”.