En la ruta del Gallito (14)
Por Frik
No que importe, y probablemente ya ni tenga caso andarse planteando algo así en estos tiempos, pero, a manera de ejercicio conceptual, preguntémonos:
¿Cuál fue y sigue siendo la maldición que impide crear en México una revista de historietismo puro y duro, de periodicidad regular, independiente, libre, imaginativa y sin etiquetas? Cuyo contenido principal cualitativa y cuantitativamente sean cómics mexicanos, a la manera de lo que se hace (o hacía) en Europa, Argentina, EU, o algún otro lugar. ¡Y qué sea autogestiva y sustentable (viable económicamente) para todos sus integrantes! Y qué ya en el colmo de la exigencia, sea duradera, en caso de que logre aparecer; es decir, que vaya más allá de los tres, cuatro, o cinco números. (Revistas de sátira política coyuntural y militante tipo El Chamuco no cuentan por obvias razones, o de información para el fandom mainstream, tipo Comikaze.)
Quienes emprendieron aventuras comiqueras con esas puristas pretensiones en diferentes épocas de esta geografía, de los ochentas para acá, les fue mal en términos generales. O bien las planearon con las patas por ignorantes, o les falló el financiamiento y/o apoyo institucional, o la cajetearon durísimo en la administración de la misma aunque fueran gente con experiencia, o tuvieron mala suerte por angas o mangas, o se pelearon entre ellos, o todas las anteriores juntas. ¡Y eso que no estoy incluyendo el polémico tema de si existía o existe realmente un mercado (léase “lectores”) que soporte una o varias publicaciones del estilo que estoy describiendo!
Por eso el “éxito” de El Gallito Inglés (luego Cómics) fue un caso tan especial e irrepetible en el mundillo del historietismo autoral en este país. Y no lo digo en un sentido positivo necesariamente, que conste. Pero ese modo unipersonal sustentado en solidaridad, generosidad y voluntad de hacer que lo impulsó por nueve años fue la única manera de permanecer y prevalecer sobre todos los demás proyectos independientes de historietismo “puro y duro” que entonces y después, quisieron seguir sobre los pasos del Gallo. Pero atención, con esto no quiero decir que NO se pueda encontrar en el futuro una forma lo más cercana a esos parámetros ideales que planteo y que él Gallito, pese a sus esfuerzos, no cumplió. Una revista así de ideal, en México, es algo con lo que seguimos soñando varios viejos desencantados, que, a veces, nos planteamos cómo sería tratar una vez más, pero sin “cajetearla”.
Y volviendo al “Gallito Inglés” y la década de los noventas… ¿Dónde es que estuvo entonces la “magia negra” para que durara nueve años? En ningún lado, por supuesto, porque lo que hay que entender es que el contexto del Gallito es el de las revistas culturales independientes de la década de los noventas, cuyas condiciones siempre fueron de precariedad, donde NADIE cobraba (o si lo llegaban a hacer, eran cantidades simbólicas) y NO el del historietismo que se hacía en otras geografías; ni el local insertado en prensa, y mucho menos el del historietismo “popular” que todavía campeaba en los puestos de periódicos en aquella época. Por eso comparar al Gallito con la Heavy Metal gringa, o la Metal Hurlant francesa, ola Fierro argentina, o El Víbora española es tan impreciso. Por eso también es injusto compararlo con las Snif y Bronca hechas por Taibo II en los ochentas, que tenían un origen y alcances muy distintos, y a las cuales ya sabemos cómo les fue.
Es en ese sentido que al Gallito hay que compararlo y hermanarlo, más bien, con proyectos de memorables y destacadas revistas contraculturales cómo La Pus Moderna, Dosfilos, Moho, o Generación, por nombrar sólo algunas de las más destacadas, que son y fueron proyectos PERSONALÍSIMOS de sus célebres directores: Rogelio Villarreal, José de Jesús Sampedro, Guillermo Fadanelli, o el finado Carlos Martínez Rentería. La manera cómo cada uno de ellos conseguía los recursos para sustentar cada uno de sus proyectos ameritaría una investigación que explique cómo es que unas duraron pocos años, (La Pus, Moho) otras muchos (El Gallo, Generación) ¡y otra todavía existe! (Dosfilos). Lo que debe quedar claro es que ninguna de esas revistas tenía como fin la ganancia económica ni llegar a un público masivo, lo que querían era construir un público atento y en la medida de lo posible, fiel y solidario.
Todo esto hay que entenderlo bien, para ubicar y explicar los inicios, permanencia y condiciones de lo que fue la aventura del Gallito Inglés, y de la cual sólo voy a plantear algunas cosas más en la siguiente entrega, que será la última de esta serie.