En la ruta del Gallito (15)
Por Frik
El Gallito tuvo, a reserva de un análisis más detallado de su historia, al menos dos etapas bien diferenciadas: La originalmente “mexicana” que duró algunos meses y arrancó en febrero de 1992, cuyo eje temático era la combinación de los conceptos, “Historieta, Rock y Humor” con una periodicidad aproximadamente mensual, cuando se podía, que era el proyecto de revista que tenía Víctor en mente desde “endenantes” y que llegó pujando al número 7, donde cortó tajantemente con el ciclo del rock (que de eso, ese número sólo tuvo la portada) y la más aterrizada en su realidad real ¡y argentina! a partir del número 8, que se decantó por la militancia historietística radical, por denominarla de algún modo, y dónde la periodicidad se ajustó siempre a las circunstancias, más que al calendario. A partir de ese número se expulsó también a los textos analíticos por un tiempo, hasta que a la vuelta de algunos números se reincorporaron pero muy dosificados, y con la historieta (extranjera) como eje rector y privilegiado de todos los contenidos, hasta el final de su existencia en el año 2000, que tampoco digo que haya estado mal… Pero vayamos por partes.
En el mero principio, como ya se mencionó, estuvieron el Vic que confiaba en el potencial que veía en el grupo, y nosotros, que también le dimos un voto de confianza para sacar ¡por fin! ese proyecto que tanto se nos había negado, y por el cual ahora que lo veíamos tan cerca, nos sentíamos ilusionados. Así las cosas, no nos importó (a la mayoría) que Víctor nos advirtiera que no habría ganancias, dado el panorama donde se daría a conocer el impreso, así como tampoco que nos fuera mostrando como era que se debían hacer las cosas, comenzando por el concepto la de revista.
Es decir que no sólo nos anunció el nombre, que sonaba a provocación irreverente, sino también su idea de los contenidos que se debían manejar para hacer una publicación más novedosa y rompedora. Relacionar historieta y rock realmente sonaba muy atractivo, y en algún sentido hasta natural. Ya había antecedentes si nos acordamos de la revista “Heavy Metal” y su primera película animada, cuyo soundtrack para mí siempre fue épico. En México el concepto era fresco y novedoso y caía muy bien en esa época de nuevos grupos y solistas mexicanos que comenzaban a abrirse paso en la escena nacional de manera espectacular, y con los cuales (recordemos a Sergio Arau) ya se tenía alguna relación, cercanía, o conocimiento.
La creación de “Videorolas” que se desarrollarían a lo largo de la portada y los forros de los primeros números (y que es la adaptación de la letra de una canción, a cómic) es una idea que siempre le gustó al Vic, y que funcionó como la parte fundamental que ligaría los ejes temáticos de cada número. Esa primera portada fue dedicada al muy apreciado cantante y líder del grupo tapatío El Personal, Julio Haro, enfermo terminal de SIDA, que ya se encontraba en las últimas en esa época. El plan era entonces dedicarle la portada y los forros a alguna canción del grupo elegido, a manera de homenaje o reconocimiento (y que Víctor ya había seleccionado y repartido entre nosotros) mientras en los interiores se leía a una bola de “nuevos exponentes de la historieta” que “van camino de la ‘Videncia’ y la ‘Luz’ sin hacerla de tox.” (Frase sacada del editorial de Gallito número uno.) Y por si no fuera suficiente, todo este material gráfico iría acompañado de filosos e interesantes textos analíticos sobre rock, cultura, y humor. ¡”Sonaba” muy requete bien, literalmente! ¿Qué más querían, queridos cinco lectores potenciales?
Se planificaron y elaboraron los primeros siete números a la antigüita, es decir a mano. El Clement era el diseñador que en la oficina de Orizaba 13 armaba las páginas montando historietas, textos, y elaborando encabezados e ilustraciones, que también encargaba a los demás que acostumbrábamos andar por ahí repapaloteando.
El número uno del Gallo, como ya se dijo, se dedicó a Julio Haro, cuya portada inaugural elaboró Luis Fernando, y dio la casualidad que en cuanto salió el impreso, también se dio la noticia del fallecimiento del pobre Julio, detalle adicional que colocó a la nueva revista bajo los reflectores. Una pequeña aclaración que cabe hacer aquí es que, aunque siempre decimos que la revista salió en febrero de 92, porque el tiraje se comenzó a distribuir hasta ese entonces, ya había algunos Gallos impresos desde diciembre de 1991 que Víctor se encargó de repartir con sus amigos y conocidos de la prensa, para que comenzaran a salir reseñas, cosa que en efecto sucedió y que fueron buenas y generosas en términos generales. Siguiendo con el orden de las portadas, el número dos de la revista se dedicó a La maldita Vecindad, cuya elaboración estuvo a cargo de Ricardo Camacho. El tres se dedicó a Tex Tex, y estuvo a cargo de Ahumada, el cuatro a Los Caifanes, a cargo de José Quintero, el cinco a Sangre Azteca, a cargo de Edgar Clement, el seis a Real del Catorce, a cargo de Ricardo Peláez, y el siete a Café Tacuba, cuya portada realicé yo.
El contenido historietístico de esos primeros números estaba prácticamente completo. Mucho de este era material de nosotros, que eran viejas propuestas para el Gólem, además del indispensable quehacer de los siempre solidarios Luis Fernando y Ahumada, que además de las portadas, cedieron varias páginas de materiales reciclados de otras publicaciones. También hubo trabajos de otros moneros que sin formar parte de nuestro grupo, se sumaron con colaboraciones, tales cómo los futuros artistas internacionales Damián Ortega y Avrán, que también venían de Histerietas; y varias páginas de historietistas Cubanos que Ricardo Peláez había traído de sus viajes a la isla. También se dejaron ver trabajos de amigos cómo Alberto Flandes, y Eduardo Rocha, que aunque accedieron a colaborar en esos primeros números con trabajo ya hecho, se desmarcaron de la propuesta de Víctor muy temprano, y ya no siguieron colaborando con el proyecto.
Hay que decir que el Vic, pese a su experiencia de editor, tampoco sabía muy bien en qué se estaba metiendo al apoyarnos, pues su conocimiento del mundo “comiquero” iba poco más allá de lo que se hacía en la prensa nacional. Por eso, su apuesta por el Rock como parte del contenido del Gallo guardaba la esperanza de sumar público y apoyo desde aquél lado del espectro cultural, cosa que a priori no sonaba descabellada… Pero a mediano plazo no resultó, no como él hubiera querido, pues fuera de los primeros dos números que crearon cierto revuelo mediático (sobre todo el segundo, dedicado a La Maldita, que hasta tuvo una reedición importante por la promoción que le hizo el mismo grupo en los medios) el resto de los ejemplares rockeros ya no tuvieron ese impacto, ni de lejos.
Algo muy importante que hay que destacar también en esos primeros meses de la revista, es el creciente interés de Víctor por el quehacer del movimiento historietístico que sucedía en Argentina, que Peláez le dio a conocer prestándole ejemplares de las excelentes revistas Fierro y Puertitas, que un hermano suyo avecindado en Buenos Aires, le mandaba regularmente desde hacía ya varios años.
Para Víctor, conocer estos materiales fue decisivo y revelador, al punto de que a partir de este conocimiento, y toparse de frente con la falta de madurez profesional de el núcleo de sus jóvenes colaboradores (nosotros) y la dificultad para producir al ritmo que hubiera querido de parte de los profesionales del colectivo (Ahumada y Luis Fernando) que ya estaban saturados de trabajo (¡qué si pagaba!) decidió cambiar el rumbo de la revista cuando esta tuvo su primera crisis llegando al emblemático número cinco, dedicado (por la coyuntura de la coincidente efeméride) a los 500 años del descubrimiento de América.
Mi idea era terminar la serie en esta entrega, pero veo que aún me queda qué decir ¡a pesar de que me he colgado semanas con este texto! y la verdad esto ya se hizo demasiado largo. Así que me echaré la del estribo la semana entrante (si el Dios de los Moneros quiere) con la cual, ahora sí, ya cerrará esta tanda de recuerdos y reflexiones, propios y ajenos, que tanto agradezco poder compartir en este espacio que tan generosamente me ha prestado Tándem Cómics.