En la ruta del Gallito: Los antecedentes (2)
Por Frik
Nos quedamos en la invención del suplemento “Más o Menos” a principios de los años ochentas (y que por cierto pagaba muy bien, según me han chismeado) comandado por el buen copete de “güeso”, el talentoso Bulmaro Castellanos “Magú”, que tuvo la iniciativa de proponer, crear, y coordinar este espacio.
La brillante idea de Magú, que no fue cosa menor, consistió en ir entrenando a los jóvenes talentos que atrajo su convocatoria por algunos meses antes de lanzar el suplemento, y esto para que a la hora de la hora estos elegidos no se les ocurriera fallar en sus entregas. Quienes finalmente formaron parte de este primer experimento fueron Manuel Ahumada (Q.E.P.D.), Rafael Barajas “Cuentagotas” (y que luego adoptó el nombre de su personaje emblemático, “El Fisgón”), Sergio Arau (el rockero y cineasta), Luis Fernando Enríquez (maestro de maestros que por entonces firmaba “Oz”), el molusco mayor José Ignacio Solórzano Pérez, alias “Jis”, el veterano biólogo, literato, rockero, y monero Federico Arana con su “pájaro filósofo, “Ornitóteles”, y algunos otros que ya no recuerdo. Todos ellos se dieron vuelo proponiendo mariguanadas varias en forma de tiras, medias planas, o planas enteras de historietas que, como ya mencioné, fueron descomponiéndonos el gusto a muchos de los incautos que veíamos en su pasquín algo así como un rompimiento de gloria; una iluminación milagrosa que permitió, a la vuelta de unos cuantos números, volvernos unos idólatras del culto a esa imaginería desfachatada y a ese espacio que a mí, como a mis demás compañeros de generación con vocación por dibujar monitos, nos sembró la semilla de que hacer algo así tenía sentido y un posible destino en nuestra realidad mexicana. ¿Y qué era esa “realidad mexicana” tratándose de querer hacer historietas con libertad de propuesta y remunerada, en ese entonces? Pues enfrentarse a la Industria de la Historieta Popular Mexicana, que todavía existía y aún era una maquinaria de hacer dinero todopoderosa, cerrada de criterio, e inexpugnable… y a la mafia de la distribución.
Por supuesto contra esos monstruos no había manera de ganar ni negociar nada… hasta que mucho más adelante se dio una oportunidad única y efímera de colaboración con algo que se dio en llamar Taller del Perro.
Pero ese chisme será algo que ya saldrá (probablemente) en las entregas por venir.