En la ruta del Gallito: Los antecedentes (1)
Por Frik
Cuando por ahí de 1980 mi padre traía a casa el periódico que en ese entonces le gustaba comprar, el joven “Uno Más Uno” (uno de los tres emprendimientos editoriales que surgieron del golpe al diario “Excelsior” por parte de gobierno de Echeverría en 1976) yo siempre estaba al pendiente de pescar el suplemento sabatino de monitos que recientemente (noviembre de 1979) había incorporado el mencionado diario, y que se llamaba “Más o Menos”, parodiando juguetonamente el nombre del diario y que, siendo completamente franco, era una de las cosas más extrañas, divertidas y sugerentes que a mis ojos de adolescente imberbe le habían tocado ver.
Ocurre que de entre todos los suplementos dominicales de “monitos” que por aquél entonces todavía se publicaban en los diarios de la capital, este era el único que traía material hecho por purititos mexicanos; con temáticas contemporáneas y referentes locales. Estos jóvenes autores ya habían comenzado a proponer ilustraciones, caricaturas, e historietas de un humorismo extraño, grotesco y surreal, influenciados por la contracultura psicodélica y rockera que permeaba en el pequeño ambiente de revistas y diferentes espacios alternativos que publicaban todo tipo de cómics mutantes. Deudores también del gran “Rius” y sus diversas iniciativas editoriales contestatarias, estos cultivadores de monos aborígenes tuvieron la suerte de participar en este novedoso suplemento de un periódico en muchos aspectos “vanguardista”, y con distribución nacional… ¡Cosa que no sucedía desde el final de los años veintes del siglo ídem! cuando algunos de los diarios más importantes de la posrevolución quisieron explorar las posibilidades comerciales de cultivar el talento local monero para crear personajes autóctonos.
El relato de la aventura de aquellos pioneros no es el tema de estas líneas, pero es paradójico que, aunque se antoje mucho encontrar alguna relación causal entre aquellos padres fundadores y estos jóvenes con oposicionismo desafiante ¡en realidad no la hay por ningún lado! y esto es, desde mi punto de vista, algo que abona en favor de aquella lapidaria frase de Monsivaís que dice: “La falta de clásicos perdurables condena a la historieta mexicana a empezar siempre de nuevo, y ser subsidiaria de todas las demás.”
Cómo continúa este relato de los cómics mutantes y las ganas locas de desmentir al Monsi, al menos parcialmente, será tema de las colaboraciones por venir.