En la ruta del Gallito (12)
Por Frik
A los damnificados del Gólem en el año 91 no nos quedaban muchos ánimos de nada, mucho menos planear otra revista, ya pa’ qué… aunque el gusanito persistía.
Por cierto, la suerte de aquel Gólem robado de mala manera no fue buena. Poco tiempo después salieron dos o tres números sin pena ni gloria, hasta donde tuve noticia. Las razones de porqué no continuó, son un misterio que para este recuento no tiene la menor importancia. Mientras tanto, entre los huérfanos de aquél proyecto malogrado persistió la amistad y el espíritu de grupo, que ya fue algo valioso y rescatable por sí mismo. Tanto los que siguieron colaborando en Histerietas como los que no, hacíamos nuestra lucha buscando más espacios y persiguiendo la chuleta de diversas maneras, y con frecuencia nos pasábamos información para conseguir trabajo. Fue como parte de esta continuada y solidaria terapia de grupo que se consiguió, a través de la negociación de Eduardo Rocha y Víctor Roura, el vanguardista director de la sección cultural del periódico El Financiero, una plana semanal con tiras de humor que se comenzó a publicar el 20 de septiembre de 1991. Esta plana fue un bálsamo que quiso sanar en parte la cicatriz que quedó luego de la decepcionante experiencia que fue el Golem… o al menos eso se trató que fuera.
Aunque comenzamos elaborando con entusiasmo y buen ánimo este espacio (denominado Zona Mona, por Pepe Quintero) al poco rato las cosas comenzaron a descomponerse, pues a la directiva del periódico NO le gustó la propuesta. La sección cultural del Financiero ocupaba una cantidad respetable de páginas en la parte media del diario y tenía fama de ser plural, diversa y de gran interés, razón por la cual los mandamases del diario le daban amplias libertades al director de la misma, pero por supuesto había límites, y la Zona Mona los rebasó todos. Que sí era “muy intelectual”, que si “no tenía humor”, que si “se decían muchas groserías”(¿Juat?) Materiales que en Histerietas hubieran sido admitidos sin problema alguno, aquí eran descalificados de manera acre. (Y quizás precisamente por ese parecido con Histerietas, reflexionamos mucho después, fue que el espacio gustó tan poco.)
Roura le comentaba todas estas objeciones a Rocha, y él nos lo comunicaba a nosotros, con el mejor ánimo de que tratáramos de “corregir” y cumplir con lo que nos pedía. Pero en lugar de crecernos al rechazo y tratar de adaptarnos para conservar el espacio, cundió el desánimo y puede que algo de rebeldía, por lo que poco caso se hizo a las continuadas peticiones de cambio. Luego de reducir su tamaño a un tercio de plana por algunos números, La Zona Mona despareció definitivamente a los tres meses de su aparición.
-“No me ayudaron” – Dijo finalmente entre decepcionado y triste el buen Roura, y creo que tenía razón.
De cómo fue que pasamos de este desastre a montarnos en la cresta de la ola de algo que se iba a llamar “El Gallito Inglés” a principios del año siguiente, 1992, seguiré hablando en las entregas por venir.