El camino hacia Angulema
PARTE III
Por Ric Velasco
¿Qué pasó durante la residencia?
Algo que sucedió desde que llegué a La casa de autores fue el hecho de sentir ese ambiente de camaradería y trabajo, además de una total libertad: no hay horarios, no hay nadie que esté presionando, todos están trabajando a sus ritmos y a sus propios tiempos.
El edificio funciona los 365 días del año, mientras tengas tu llave de acceso puedes entrar en cualquier momento y a cualquier hora, los estudios están equipados con todo lo necesario para trabajar; computadoras, restiradores, mesas de luz, escáneres, impresoras, además de estar rodeado de colegas de los que aprendí mucho, desde técnicas y procesos personales hasta opiniones sobre el desarrollo de tu proyecto.
Cuando estaba en México producía a la semana aproximadamente de dos a tres páginas, en Angoulême producía de 5 a 6 semanalmente, era ese ambiente, sin las preocupaciones de la vida cotidiana, en un entorno ideal, ¡llegué a estar en el estudio hasta 14 horas seguidas!, iba los sábados y domingos, pero casi nunca faltaban las cenas y las reuniones con los amigos y los colegas. Es el lugar ideal para producir historietas, tal vez no por siempre pero si por una temporada, había quienes estaban por un mes hasta los que duraban cuatro años e incluso los que se quedaban a vivir en la ciudad aunque su tiempo en La casa de autores hubiera terminado.
Las experiencias profesionales y personales son invaluables, conocí a uno de los mejores amigos que tengo ahora, mi buen Salce, vi como es la industria del cómic en esa parte del mundo. Experimenté lo que es tratar con editores, con artistas, mostrar tu trabajo y recibir todo tipo de comentarios. Tuve la oportunidad de regresar al siguiente año gracias al apoyo de mi hermana, todos los residentes exponemos en una muestra colectiva dentro del marco del Festival Internacional para dejar registro de lo que se hizo en el año, en la que yo participé se llamó In situ y pude estar a lado de artistas que admiro, fue un honor regresar, vivir el festival y la ciudad desde otra perspectiva.
En realidad en esta parte les podría contar muchísimas historias que ocurrieron en esos meses, como la vez que creí que me clonaron mi tarjeta o cuando tenía un viaje para un festival en Italia y me llegó una carta de la oficina de migración francesa en donde me requerían para el mismo día que salía mi vuelo, o la ocasión que fuimos a ver Perfect blue en el aniversario luctuoso de Satoshi Kon, o cuando Francia ganó el mundial y me tocó vivir el festejo de locura, o cuando mi amigo Amad fue a visitarme al estudio para decirme que una platica que tuvimos un día antes lo había inspirado para hacer un proyecto, o aquella inolvidable vez cuando hice una cita para los archivos del museo y pude invitar a mis amigos a ver los originales de los grandes maestros del comic europeo (por supuesto había originales de Moebius) o el día de mi despedida en donde mi novia les cocinó comida mexicana a todos nuestros amigos, con mezcal, cerveza mexicana y baile.
Este texto solo es para relatar el camino que tuve para llegar y tal vez estas palabras le puedan servir a alguien, puedo concluir que conocí otro tipo de propuestas de todo el mundo, cosas que jamás había visto, conviví con autores nóveles y consagrados, a pesar de ser de distintos lugares y con culturas muy diversas hablábamos el mismo idioma, el idioma del arte secuencial y lo más importante, fue hacerlo en diálogo, de viva voz, en contacto directo.
Quisiera realizar un proyecto ilustrado en donde relate las anécdotas de manera más detallada; casi cada día tenía una aventura, no todo fue miel sobre hojuelas por supuesto (esas partes también valen mucho la pena contarlas) hubo experiencias de todo tipo pero en su mayoría las vivencias fueron muy agradables y las no agradables, igualmente grandes enseñanzas. Siempre estaré agradecido con La Cité, con Pili, con Brigitte, con los residentes y con la ciudad que quiero tanto ahora y que me recibió con los brazos abiertos.
Aprovecho este espacio que me da Tándem Cómics para agradecer a todas las personas que me apoyaron para llegar a Angulema, comenzando por mi familia y mis amigos de aquí y todos mis colegas de La maison des auteurs con los que coincidí esos meses quienes fueron amigables, amables y que en su mayoría me brindaron su apoyo cuando lo necesité.
Y finalmente gracias a Angulema, por haber recibido al niño que soñó estar ahí y al adulto que pudo vivirlo y aprender tanto de ella.
Ric Velasco, marzo 2021, en Copilco.