Cómic de autor e historia / Primer acercamiento

Publicado por Tándem Cómics en

De la historieta mexicana y algunos de sus abordajes a la historia de México.

Por Aarón Pedraza

Sólo son dignos de nuestra admiración unos fragmentos de nuestra civilización, igual que admiramos la precisión del corazón o de los pulmones, ya que su perfecto funcionamiento está lleno de sentido, aun cuando esté desprovista de todo sentido la actividad del cuerpo que los contiene, si éste, pongamos por caso, pertenece a un demente”  

Stanislaw Lem. Vacío perfecto

La industria del cine mueve ahora miles de millones de dólares, pero lo que la mueve no es la taquilla o el “show business”, sino la pasión, la innovación”.

Mark Cousins. La historia del cine.

Actualmente, hablar de narrativa gráfica mexicana invita a hacer algunas consideraciones previas, por ejemplo: a) Dejar por un momento el habitual terreno de las licencias mainstream para asomarse a la producción local, b) Ocuparse en los nuevos caminos que el medio ha tomado a nivel internacional, y c) Revisar ciertos lastres que poco han ayudado a mejorar el ambiente local y que suelen tener como objetivo minimizar el trabajo hecho por las y los autores locales. 

Ejemplo recurrente de dichos vicios es aquel donde se parte de los grandes tirajes de la llamada Época de oro de la historieta mexicana —o del mercado mainstream americano— para luego hacer comparaciones engañosas a partir de las cuales justificar una visión reduccionista interesada en sugerir supuestos inamovibles donde la historieta sólo puede entenderse como entretenimiento o negocio y donde sólo resta seguir las indicaciones de los autodenominados “conocedores del mercado y el gusto del mexicano”. Dichos argumentos, que van de lo básico a lo regular, simplifican oportunamente todo contexto y terminan ofreciendo una lectura más bien conservadora del medio.

Sobra decir que los caminos de la narrativa gráfica se han diversificado y han favorecido otros acercamientos interesados más que en la ganancia y la distracción en explorar las cualidades del medio y su solvencia para ser entendido como parte de la cultura visual contemporánea.

Es probable que resulte más útil —por ejemplo— dejar un poco de lado la nostalgia y atender el entorno en el que se desenvuelve la historieta actual mexicana: con un mercado dominado por las tradicionales licencias, el acceso de algunos pocos autores y títulos a las grandes y medianas editoriales —y su paso a las librerías—, o el de las plataformas digitales y redes sociales como la vía más clara para difundir más ampliamente el trabajo de los distintos autores. También debe considerarse toda una producción atomizada representada por la autoedición de cómics independientes y/o fanzines accesibles sólo en sus distintos eventos, así como aquellos trabajos hechos con los pocos apoyos institucionales de fomento a la producción —y que como buen proceso burocrático muestra serias deficiencias— y los trabajos ganadores en concursos de iniciativas privadas, entre otros. 

Lo anterior es sólo una parte del contexto de la narrativa gráfica actual y esta complejidad podría explicar cierto acercamiento superficial —pero de buena fe— por parte de un escasísimo lector medianamente atraído por lo que se produce a nivel local, pero ya sin mucho interés en seguir estas dinámicas.  

La narrativa gráfica local subsiste entonces, y en buena medida, gracias al esfuerzo autoral y a las nuevas posibilidades de difusión y edición, pero esto no es suficiente para superar muchas de sus problemáticas, como por ejemplo el notorio centralismo cultural o la necesidad de un mayor acercamiento a nuevos lectores. 

Foto de Mikhail Nilov en Pexels

Y aunque el espacio escolar pudiera sugerir ciertas ventajas al plantearse como un lugar de posible encuentro con este medio, la realidad es que eso implica todo un largo camino con escasos resultados. Algo es cierto: en el campo de la didáctica, la narrativa gráfica ha dado muestras palpables de su potencial para acompañar y facilitar el manejo de ciertas temáticas —sean de nivel básico o superior— y áreas como las humanidades o las ciencias podrían fácilmente enriquecer sus contenidos.

Pero fuera del espacio escolar la historieta también ha dejado ver —de manera velada o no— su capacidad didáctica. La historia de México, por ejemplo, ha sido un tema recurrente y ya sea de manera institucional o comercial no faltan los ejemplos que han ayudado a construir cierta imagen de lo nacional (que, como es de suponer, dichos trabajos, si bien necesarios, dejan ver la lectura de un cierto orden social). 

Y es que, como cualquier disciplina, la historia también corre el riesgo de incluir acercamientos que contradicen sus propios objetivos. Así por ejemplo, la mera enumeración nostálgica de los hechos o la idealización de sus actores no alcanza para convencer a alguien interesado —ya no sólo un historiador— en el cómo conectar dicho pasado de una manera crítica con el presente. Por eso, en dichos trabajos de historieta que abordan la historia de México no resulta extraño encontrar estos inconvenientes:

  • Presentar una visión conservadora u oficialista de la historia. Donde lo que se presenta es prácticamente la ritualización de un pasado cerrado y estático, sin conexión con el presente en el que la historieta cumple una condición de lenguaje menor pues lo importante es sólo el tema abordado: la resolución puede tener defectos pero estos se disculpan pues “finalmente, es sólo una historieta”.
  • La mirada selectiva de la historia. Son frecuentes los trabajos donde la selección de temas deja de lado aspectos igualmente relevantes, o bien la forma de abordar los temas o personajes tiende a ser edulcorada con miras a mostrarse más cercano al lector, buscando no resultar incómodos.

En principio, esto podría ser justificable dentro del espacio escolar, pero si se considera que dichos materiales aparecen más bien fuera de éste, el asunto se vuelve contradictorio; si a esto sumamos la idea de revisar los trabajos partiendo de 2 criterios básicos (el rigor en el acercamiento al tema y su nivel de resolución) pasa que la oferta y sus distintas combinaciones —en las que todo cabe— frecuentemente nos lleva al círculo vicioso del “para gustos los colores” que deriva en conclusiones más bien dudosas: “El público/mercado es el que al final dictamina”, “Está dirigido al mayor número de lectores”, etc.

Nuevamente, si al revisar uno de los caminos de la actual narrativa gráfica encontramos el cómic periodismo, género que comparte con la historieta de corte histórico algunos aspectos -pero también matices y recursos narrativos distintos-, se observa un medio capaz de abordar cualquier tema por lo que la pregunta sería si dichos alcances en el medio no invitan a que el lector enriquezca sus criterios.

Al igual que el cine, la narrativa gráfica puede ser considerada una industria pero es un error pensar al cine como una industria monolítica: hay una diversidad de “cines” que rebasan la mera idea del negocio y que obedecen a otras necesidades, tal vez a públicos más específicos. De hecho, su propia dinámica le ha permitido desarrollar diversas teorías —y críticas— que le permiten alejarse de miradas abiertamente reaccionarias incapaces de ver dinámicas más amplias.

Lo mismo, el acercamiento nostálgico a la historia —ya sea la de México o la de la historieta, por ejemplo— invita a confiar en que siempre existen esfuerzos por mostrar perspectivas más críticas. De la misma forma, si el acercamiento más elemental a la narrativa gráfica local olvida que gran porcentaje de lo que se produce se encuentra al margen de los canales más tradicionales, esto sólo hace evidente la necesidad de más canales de difusión.

Si partimos de que toda disciplina —como la historia, el periodismo o la narrativa gráfica— establece sus límites, pero que estos siempre son salvables; si la cultura visual contemporánea tiene la capacidad para abrirse a distintas voces que nutren la mirada de quien esté dispuesto a acercarse a sus contextos y si entendemos algunos de los engranajes presentes en estos procesos de producción y consumo, es probable que podamos ubicarnos mejor en nuestro propio entorno.

Este es un acercamiento que busca distanciarse de algunas lecturas nostálgicas alrededor de la historieta. Es una exploración, dividida en tres partes, que busca argumentar 5 recomendaciones de trabajos autorales que abordan momentos de la historia de México —no siempre en el afán de hacerle reverencia— y que dejan ver un poco de la situación actual de la narrativa gráfica local.

Aarón Pedraza, docente de la asignatura en artes plásticas a nivel bachillerato interesado en la narrativa gráfica como medio para tratar de entender algunas dinámicas sociales.



Categorías: Análisis y crítica