Nueva narrativa gráfica mexicana: de las hojas volantes al Webcomic
PARTE I
Por Carolina González Alvarado
Hablar sobre narrativa gráfica mexicana contemporánea es hablar sobre diversidad, invención y riesgo. Las obras y artistas que forman parte de esta nueva ola se caracterizan por su heterogeneidad, por escapar de los esquemas de lo conocido, de la convención y apostar por un uso de la imagen y la palabra que se adentra a territorios donde el único límite es la creatividad y la imaginación.
Con la finalidad de situar la nueva narrativa gráfica en las coordenadas que le corresponden, se realizará un breve recorrido histórico que nos permitirá destacar las particularidades de la obra de los creadores contemporáneos. Posteriormente, realizaremos un viaje panorámico sobre las propuestas más innovadoras en la escena de la gráfica actual, así como una exploración temática y discursiva de los artistas más representativos. Es importante aclarar aquellos que se presentarán son únicamente una selección y, por ahora, no contempla el catálogo extenso que, a su vez, forma parte de una investigación más amplia que espero tener la ocasión de compartir en un futuro.
El siglo de las imágenes: calendarios ilustrados, caricatura y hojas volantes en el siglo XIX
El siglo XIX en México, se caracterizó por una intensa producción gráfica que podemos encontrar desde los calendarios ilustrados, los libros de viaje, los atlas, los poemas ilustrados, las hojas volantes, así como las litografías que circulaban con grandes tirajes alrededor del país. Los litógrafos, dibujantes, impresores y editores ocuparon un lugar primordial pues, durante este siglo, lo visual adquirió mayor relevancia ya que atendió, a través del lenguaje gráfico, a las condiciones sociales y políticas del momento. Un ejemplo de ello, podemos observarlo en los calendarios ilustrados que respondieron a las profundas transformaciones de la época y a la creciente demanda de elementos visuales en las publicaciones periódicas. Debido a la fuerte competencia, los editores y artistas de la imagen recurrieron a estrategias diversas para conseguir los “favores del público” tales como incluir bromas ligeras, consejos para la vida cotidiana, fechas precisas para conmemorar celebraciones religiosas y, sobre todo, ofrecer al lector una serie de imágenes atractivas y acorde a la temática del calendario.
Así pues, nos encontraremos que calendario no será únicamente una guía del tiempo sino una pieza que se nutrirá de temas de interés general. De modo que encontraremos calendarios con temáticas variadas tales como el Calendario conservador, el Calendario liberal, el Calendario Nigromántico; el Calendario de la Libertad, el Calendario de Artes y Oficios, el Calendario impolítico y justiciero, entre muchos otros. Con ejemplos como estos, podemos afirmar que existía un tipo de calendario acorde a las necesidades e intereses de los distintos grupos que conformaban la sociedad decimonónica mexicana. Paulatinamente, los calendarios serán más atractivos e incluirán elementos tipográficos vistosos y contarán con un número importante de grabados y litografías.
Los calendarios ilustrados jugaron un papel primordial en el desarrollo de la narrativa gráfica mexicana pues permitió el surgimiento de publicaciones donde la imagen adquirirá un papel protagónico. Una muestra de ello, podemos notarlo en el periódico de caricaturas La orquesta, fundado por Constantino Escalante en 1861, donde los dibujantes y caricaturistas serán verdaderos personajes de la vida cultural y política de la época. Será entonces durante el siglo XIX en México, influido por la producción caricaturesca europea, especialmente francesa y británica, cuando los artistas mexicanos enfocarán sus intereses creativos a la caricatura política.
De manera paralela al conjunto de imágenes derivado de la caricatura, que muestran de manera directa e inequívoca el debate político que se sustentaba especialmente a mediados del siglo XIX, derivado de la Guerra de Reforma, se encuentran otras ilustraciones que aluden, en ocasiones de manera metafórica o velada y en otras de modo explícito, las diversas confrontaciones ideológicas. Por ello, la pugna entre liberales y conservadores será un tópico recurrente en la caricatura de la época y establecerá el tono de publicaciones posteriores.
Por otro lado, podemos mencionar las hojas volantes como el antecedente iconográfico y narrativo de una forma expresiva donde lo grotesco y el horror, serán los temas principales. Las hojas volantes se enfocaban en capturar el carácter horrible y atractivo de un crimen lo cual, resultaba fascinante para una sociedad que se colocaba en el umbral de un momento convulso en su historia: la Revolución mexicana. Las hojas volantes, pliegos de bajo costo, impresos generalmente a una tinta, serán el soporte impreso de la nota extraordinaria. En esta época, los ilustradores, editores e impresores ampliarán la gama de temas para presentar a los ávidos espectadores.
La manufactura y diseño de la hoja volante, estará pensada para ser leída en voz alta, para dar a conocer noticias, las memorias letras de canciones y corridos de moda; y documentarán la historia de literatura y la ilustración popular en México hacia finales del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, serán las noticias de crímenes y horror sobrenatural las que cobrarán mayor popularidad pues exteriorizarán las recurrentes crisis y la violencia que se vivía tanto en la esfera pública y como en la privada.
Crímenes violentos perpetrados al interior de una casa por padres de familia, una niña “calumniadora” llevada en brazos por los demonios, apariciones fantasmagóricas y terroríficas en los lugares más conocidos serán algunos de los argumentos que se narrarán en las hojas volantes. Estas historias subvertirán el orden personal y social para mostrar, de manera simbólica, los aspectos más terribles de un sistema político que estaba a punto de desquebrajarse. En este contexto, el impresor y editor Vanegas Arroyo y el artista José Guadalupe Posada jugarán un papel primordial pues por medio de la imagen y la ironía, reflejarán las complejidades y contradicciones de la vida cotidiana de la época. La imagen entonces funcionará como una vía para la sublimación, donde la burla será el mejor mecanismo de defensa ante una vida que se descompone y terminará por quebrarse.