La bruma
Recuerdos en la neblina: La Bruma de Elisa Galván
Por Carolina González Alvarado
La Bruma de Elisa Galván es una novela gráfica que elabora una reflexión sobre la masculinidad. Realizada con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y el Sistema de Apoyos para la Creación y Proyectos Culturales (SACPC), esta obra ofrece una visión crítica sobre los procesos que influyen en la construcción de masculinidades. En particular, sobre el papel de la sociedad, la familia y los sistemas de regulación de los afectos y deseos que justifican y perpetúan el machismo. Por medio de la metáfora de la niebla como un velo que oculta, pero que sugiere la presencia de algo que no se vislumbra en totalidad, esta obra abre la mirada y la coloca sobre aquello que, por cotidiano y conocido, se ha invisibilizado.
Ubicada en el contexto contemporáneo y resultado de una investigación sobre el machismo en México, esta novela gráfica representa, desde el punto de vista de un personaje masculino, los factores que influyen en la construcción de un aparato social y cultural que preserva los mecanismos de dominación.
La historia presenta el ejercicio de autoconocimiento del protagonista, Fernando, a quien conoceremos como Nando, cuya la ruptura con su pareja, le llevará a realizar una toma de consciencia que implicará también la transformación de su identidad. En este tránsito, el personaje se mostrará vulnerable y, a través de una arqueología personal, llevará a cabo una revisión de sus decisiones y comportamientos que finalmente, le obligarán a cuestionarse sobre su manera de ser.
Adicionalmente, La Bruma de Elisa Galván abrirá el lente para mostrar la socialización de los roles de género y los modos en que el núcleo familiar, así como las instituciones políticas, económicas y sociales refuerzan un conjunto de normas que articulan cómo debe comportarse un hombre y una mujer, así como su rol en el tejido social. Es importante destacar que el machismo representado en esta novela gráfica es igualmente dañino para ambas partes. Por un lado, el hombre debe ocultar sus temores, suprimir sus emociones y demostrar su superioridad a costa incluso de sus afectos y necesidades mientras la mujer, con frecuencia, permanece en un inmóvil mutismo ante la agresividad y engaños del otro. En este sentido, la desigualdad de género representada en La Bruma juega un papel dual que perpetúa el sometimiento y la violencia en sus distintas manifestaciones. Será, a través de la historia del protagonista, que este hecho se pondrá en evidencia y más adelante, se cuestionará, sin perder de vista los códigos de comportamiento presentes en el contexto en el cual se encuentra.
Es importante destacar que la obra se cuida de no caer en antagonismos radicales sino en evidenciar que la violencia no corresponde a un género en específico sino a la complejidad de un fenómeno en el que la sociedad en su conjunto está implicada. Para representarlo, la autora recurre a varios recursos narrativos y visuales entre los que destacan la analepsis: Nando está ubicado en el presente, sin embargo, se exhibirán transiciones a su pasado que transitarán por su infancia, adolescencia y juventud, etapas en las que reconoceremos puntos de inflexión que influirán en la manera en que el protagonista articulará su identidad.
Un ejemplo de ello podemos encontrarlo en una conversación que el pequeño Nando tiene con su padre. La escena, que podría enmarcarse en un ambiente de confianza y cercanía entre padre e hijo, se convierte en un pacto que funciona a partir de la coerción. En la escena, el padre le pide a su hijo que mantenga en secreto el haberlo visto con otra mujer que no era su madre, apelando a la “normalidad” de este tipo de acciones, él determina: “No le digas lo que viste a tu mami, se pondrá muy triste y harás que nos separemos y eso no estaría bien, ¿verdad?” Ante el llanto del niño, el padre afirma: “Ya, no llores, que estamos entre hombres, ¿eh?”.
Este suceso forma parte de los fragmentos que conforman el mosaico de recuerdos que paulatinamente articularán el origen de la manera de ser de Nando, comenzado por el núcleo familiar, cuya estructura vertical, conservará a la figura paterna una posición superior. Estos breves viajes al pasado se convertirán en puntos de referencia que le permitirán al protagonista, y al lector, descubrir las distintas facetas que traen consigo la construcción de un orden social que, por un lado, justifica actitudes y comportamientos que violentan la dignidad de las personas y por otro, perpetúa diversas formas de discriminación.
Por otro lado, Elisa Galván utiliza recursos visuales que acentúan los momentos de intensidad de la historia, entre los que podemos destacar el uso de la técnica de la acuarela y el manejo del color. Por medio del aprovechamiento de los principios de la psicología del color, la autora utiliza el azul, el rojo, el morado y el amarillo para configurar una memoria gráfica que, a su vez, está íntimamente asociada a la ambientación de los espacios representados en la obra.
De tal forma que el color azul estará relacionado con el estado anímico del protagonista quien se encontrará en una etapa de duelo y tristeza profunda; por otro lado, el amarillo, se asociará a momentos de dicha, por ejemplo, aquellos en los que Nando se encuentra en compañía de su pareja. El rojo apelará a instantes de gran carga dramática, tal como ocurre en la escena, antes descrita, entre Nando y su padre. Mientras que el morado, entintará los momentos de confrontación entre posiciones: Irma, la hermana de Nando, cuya imagen estará entintada de violeta y abrazará los principios del feminismo contemporáneo, frente a una visión arraigada que reforzará y replicará las acciones y estereotipos del machismo.
Finalmente, y acaso una de las metáforas más significativas de la obra, corresponde a la bruma. Hacia el final de la novela gráfica, el protagonista se encuentra en un momento de inflexión que le llevará a adentrarse en la profundidad de una espesa neblina para descubrirse a sí mismo y allí, comprender también la sociedad en la que vive. En este sentido La Bruma presenta, desde lo cotidiano, las consecuencias de conservar un sistema social que hoy en día resulta cada vez más importante cambiar. A través de esta novela gráfica, Elisa Galván exhibe una historia que apela a la necesidad de generar un diálogo horizontal en el que hombres y mujeres participen para transformar la realidad.