Publicado por Tándem Cómics en

El Libro del Sino
de Emmy Hernández

Por Aarón Pedraza

Originaria de la ciudad y criada en Guanajuato, Emma Hernández (Emmy Eh) es una ilustradora autodidacta que desde su infancia —y gracias a lecturas como Kalimán y El Libro Vaquero— se interesó lo suficiente en la narrativa gráfica como para animarse a andar todo un camino iniciando como aprendiz en el taller literario Diezmo de palabras en Celaya para después mudarse a la Ciudad de México, en un momento de industrias editoriales en franca caída y donde lo más cercano al aprendizaje de la animación sería, tristemente, la carrera de diseño gráfico. Con el apoyo de grupos como Kaboom y Lulú Cómics, colaboraría en publicaciones independientes con su personaje Loony, con el que llamaría la suficiente atención para iniciar y consolidar una importante carrera en el campo de la animación.

Loony and the enchanted of dream, Emmy Eh 2004

Sin embargo, y al paso de los años, Emmy Eh también ve un riesgo en su ritmo de trabajo: la posibilidad de perder su voz propia, razón por la cual se anima a buscar algún tipo de apoyo que le permita sacar adelante un proyecto personal pensado desde su infancia y nutrido de experiencias cercanas cuya premisa es un viaje de crecimiento de los protagonistas, y la experiencia de lo cotidiano traducido a un mundo de fantasía.

Dicho apoyo llegaría en 2018 por parte del Sistema Nacional de Creadores/FONCA, y con el que empezaría a desarrollar El libro del Sino, proyecto pensado para 14 capítulos de los que hasta el momento ha terminado los 2 primeros: Los niños de Tobías y El viaje. Aproximadamente 250 páginas en 2 formatos distintos: el primero, de libre acceso, tiene una configuración cercana a la de webtoons con su lectura por scrolling y con la posibilidad de ser leída en español y en inglés. El segundo funciona a la manera de una maqueta digital de un cómic tradicional.

El libro del Sino, Emmy Eh

El Libro del Sino narra la historia de Krish y Soonneil –Sun-, dos niños de 8 años aproximadamente, de distintas razas (el primero es un Gatxiu, el segundo un Homino) que viven en Garambullal, un pueblo que en la época en que nacieron fue asolado por una plaga de oscuridad y destrucción pero en la que ahora conviven con sus amigos en la escuela. Los 2 son cuidados por su nana Regina mientras Tobías, padre adoptivo y antiguo bibliotecario de Ciudad Estelar, quien robó algo del Palacio Estelar y por ello se la pasa viajando/huyendo por distintos lugares.

Las cosas cambian cuando un maestro sustituto, recién llegado de Ciudad Estelar —y amigo de un policía de la Agencia de Inteligencia Supersecreta— sospecha que Krish sea un Gatxius, raza que ayudó a la destrucción ocasionada por la plaga, por lo que pide el apoyo del Comando Estelar, ejército decidido a exterminar todo rastro de estos seres, obligando a la huida de los niños guiados por Tobías.

El libro del Sino, Emmy Eh

Dicho escape da paso a un camino de aprendizaje a cargo de Tobías, personaje divertido y cínico que les irá revelando una verdad más profunda: como sus padres jugaron un papel importante en la defensa del pueblo y como los Gatxius, lejos de destruir el mundo, lo están protegiendo.

Paralela a esta historia, iremos conociendo los acontecimientos que narra El Libro del Sino, libro sagrado resguardado por un ángel que marca las pautas de la sociedad y que narra como un ser superior, y siete ángeles, protegieron al planeta de la plaga de la oscuridad pero que también encierra una profecía: la de un apocalipsis inevitable.

A partir de lo narrado en estos 2 primeros capítulos es de destacar, a nivel gráfico, la enorme experiencia de la autora en el campo de la animación: su capacidad para el diseño de personajes antropomórficos sumamente expresivos —donde no solo hay furries, también están los hóminos y Gatxius—, así como la riqueza en su paleta de colores permite imágenes de una gran calidez y con un ritmo narrativo claramente cinematográfico en el que cada viñeta muestra un encuadre distinto donde raramente el fondo se pierde en manchas de color: hay una intención clara por el detalle y, conforme avanza la historia, las imágenes no solo no pierden fuerza, de hecho se va enriqueciendo.

El libro del Sino, Emmy Eh

La influencia de la animación también se refleja en la extensión del trabajo: las 250 páginas que componen los 2 primeros capítulos son apenas la introducción a la historia —los personajes acaban conociendo a los niños estrella que vienen del Castillo, lo que apenas daría pie, supongo, a conocer la fuerza de los personajes y los peligros que tendrán que afrontar—.

De hecho, la autora señala que, a nivel global, la historia tiene 2 momentos: el primero, marcado por las experiencias de los protagonistas y el segundo, después del apocalipsis, donde el tono de la narración se vuelve más oscuro.

El libro del Sino, Emmy Eh

Y luego de la lectura de El libro del Sino y plática con la autora es que hago las siguientes reflexiones: es evidente que a nivel gráfico el trabajo de Emmy Eh destaca por su solvencia, deja claro que domina perspectivas, diseño de personajes, ritmos narrativos, teoría del color, etc. y que su trabajo refleja mucha disciplina y capacidad para estar al nivel de cualquier exigencia profesional.

Pero creo que su estilo puede llegar a tener una desventaja: es un estilo al que fácilmente se le puede etiquetar como propio de un público infantil, una de las poblaciones más desprotegidos —al menos aquí en México— en términos de promoción a la cultura en general y donde el entretenimiento suele dejarse en manos de los monopolios, cuyos niveles de producción no es el obstáculo de este trabajo, el problema está en su falta de difusión.

El libro del Sino, Emmy Eh

A lo anterior fácilmente puede sumarse, por parte de un público adulto, una lectura prejuiciada que supone que temáticas como el bullying —o la ansiedad que puede producir en un niño el suponerse distinto— son ajenas al terreno de lo infantil, campo necesariamente vinculado a la inocencia y la diversión. Si bien prácticamente cualquier historia puede narrarse a cualquier público, también es muy fácil excusarse partiendo de que resulta poco atractivo un personaje que en principio se presenta deprimido, y donde la depresión es justo el tema que quiere abordar la autora con esta obra.

Junto con pegado habría que sumar la indiferencia de una institución que se limita a asignar un presupuesto para la elaboración de una obra pero sin interés —en los hechos— por fortalecer un ciclo de producción y consumo de la misma. Si terminado cada proyecto los autores se ven en la necesidad de buscar algún grupo editorial que decida apoyarlos (para beneficio económico de dicha casa editorial) esto no hace sino repetir círculos viciosos donde el trabajo de los autores no termina de acercarse —o formar— nuevos públicos, y donde al no conocerse dichos trabajos resulta más complicado generar interés por lo que se produce a nivel local o por conocer otras formas de entender la narrativa gráfica.

Muestra de dicha indiferencia es la propia salida del trabajo: al ofrecer su salida en digital como opción al formato impreso —mucho más complicado en términos de producción de distribución— la autora supera en mucho lo que ofrece la institución como apoyo ya no a la producción de la obra sino a facilitar su consumo, pero de poco sirve dicho esfuerzo si no existe la difusión/promoción para que la gente se interese en este tipo de lectura.

Y esto se refleja en la misma extensión de la obra: haciendo una suma tentativa, y sin tener más referencia de que es un proyecto de 14 capítulos, toda la historia podría desarrollarse en un promedio de 1700 páginas ¿Cuánto tiempo y trabajo le implicaría eso a la autora? ¿Quién la va a apoyar una vez concluido el trabajo —de excelente calidad— luego de 3 años?.


Puedes leer el primer capítulo:
Versión tradicional
Versión vertical

Aarón Pedraza, docente de la asignatura en artes plásticas a nivel bachillerato interesado en la narrativa gráfica como medio para tratar de entender algunas dinámicas sociales.



Categorías: Reseñas