Brujajaja. Revista laboratorio de narrativa gráfica contemporánea
Por Conrado Parraguirre
En opinión de quien esto escribe, lo más interesante de las antologías radica en la diversidad de propuestas que albergan. Uno abre estos compendios y se sumerge en las páginas esperando a ser sorprendido. Y en ocasiones, cuando se corre con suerte, lo logra. Tal es el caso de Brujajaja. Revista laboratorio de narrativa gráfica contemporánea (2022) que en cuanto a calidad y variedad, no le pide nada a publicaciones de otras latitudes, como la antología Terry (2014) de Fulgencio Pimentel, por mencionar alguna.
Pero decía que lo que más me interesa de ésta clase de proyectos, es lo variopinto de los estilos gráficos y la manera en que cada autor/a aborda y resuelve su aporte. Resulta evidente que dentro de lo heterogéneo de la selección existan trabajos que resulten más afines a nuestro gusto, ya sea por su discurso, dibujo o apuesta experimental. Pero si de algo estoy seguro, con respecto a Brujajaja, es que nadie logrará salir inmune; quiero decir, que no hay forma de que ninguna de las piezas que conforman la antología deje indiferente o resulte incapaz de despertar el interés del lector.
Por otro lado, cabe destacar la labor editorial, pues a pesar de la pluralidad de obras se logró un buen equilibrio entre las propuestas del compilado. De hecho, parece que el hilo conductor gira principalmente en torno al horror, la psicodelia y el humor; como la historieta encargada de inaugurar la antología: “Esc. Sec. Lázaro Cárdenas”, la cual contiene algunos de los elementos antes referidos de manera imbricada. En ésta los sucesos más extraordinarios y que usualmente resultarían aterradores, son tratados con bastante naturalidad por los protagonistas.
Por ejemplo, al estilo de Stephen King, los personajes reviven a una mascota de manera accidental al enterrarla en un área abandonada de su escuela. El animal regresa poseído con el espíritu de un antiguo guerrero purépecha que montaba ¿dinosaurios? Así un hecho desconcertante se torna en humor absurdo. El estilo de dibujo de Egberto Bedolla parece abrevar de series animadas como The Amazing World of Gumball, Adventure Time, o Mr. Pickles; lo cual ayuda a reforzar la ironía en sus páginas, conformadas de 35 viñetas en su mayor parte.
“No pregunte, todo es para hoy” de Rodrigo Simancas pertenece a la veta experimental del cómic abstracto, y la diagramación de sus dibujos a veces parece evocar a ciertas páginas de Chris Ware, sólo que en este caso, es como si se tratase de un Chris Ware bajo el influjo de algún ácido. Por lo que uno puede quedarse un buen rato apreciando los detalles de las viñetas.
Quien continúa con el tema del humor y la psicodelia es Julián Madero y su historieta “Relojito”, en ésta el protagonista de nombre homónimo, se encuentra atravesando un mal momento y con ayuda de un poco de LSD se embarca en un viaje introspectivo, para descubrir cosas sobre sí mismo. Aquí la mayoría de los personajes son objetos: un reloj, un billete, una flor o un libro. Y sus nombres están en diminutivo, lo cual concuerda con el estilo caricaturesco y de trazo sencillo, que se asemeja a algunas obras del comic underground.
Por su parte, Adriana Cassiano presenta un relato sin título, en el que el reducido espacio de un baño –particularmente el área de lavamanos frente al espejo– es el escenario donde se desarrolla toda la trama. El dibujo llano y los silencios en las viñetas son los encargados de crear la tensión narrativa, en algo que bien podría ser denominado como terror minimalista.
En “El huésped”, los diálogos de María Magaña parecen recordarnos a los enigmáticos kōans zen de las Fábulas pánicas (2003) de Alejandro Jodorowsky. Mientras que su gráfica de tintes psicodélicos, denota cierta influencia del manga, con personajes estilizados que remiten a los de la animación de culto Æon Flux.
El trabajo de Anahi H. Galaviz, titulado “Ocillum”, emplea el ensayo de modo confesional, para hablar de experiencias que lograron transformarla para tomar conciencia y denunciar la violencia que opera de manera soterrada (o no) en nuestra sociedad. En ésta obra existe una relación entre el discurso y la composición de las páginas, pues ambos aluden al rompimiento de estructuras preestablecidas, incluso la retícula debajo de los trazos parece una provocación para reforzar la idea de dicha ruptura.
Lo anterior también implica un riesgo, ya que en ocasiones ciertos elementos de los dibujos invaden el texto y el sentido de lectura puede resultar un poco confuso al inicio. No obstante, tras avanzar un par de hojas y descifrar el modo de leerlo, se supera el escollo para apreciar el mensaje y la gráfica dentro de la increíble composición de las viñetas.
“Fatum” de Gala Navarro, juega con un argumento donde el destino y el azar –como su título sugiere– son elementos clave en la vida de la protagonista, quien se desempeña como guardia de seguridad en un edificio. En cuanto a la gráfica, la palidez de los personajes, la paleta de colores y las texturas empleadas, consiguen la atmósfera adecuada para la tétrica historia que plantea.
Las dos últimas piezas de la antología, también podrían pertenecer al cómic abstracto. Sin embargo, los títulos de las obras arrojan pistas sobre su intención narrativa. Así Bere Medina, en “No estoy en contra de mi misma”, parece reflexionar en el autosabotaje y la lucha frente a la compleja dicotomía que se aloja al interior de las personas. De este modo los espacios en blanco y los colores suaves de las acuarelas, contrastan con los trazos sombríos y punzocortantes, acentuando la confrontación del diálogo interno en su gráfica.
Mientras que Trilce Zúñiga en “2022 D.C.” nos remite al caos primigenio del hombre paleolítico y al antepasado remoto de los narradores gráficos en el arte parietal. La oscuridad de las páginas y los dibujos tribales enfatizan la idea de una caverna, aunque no sin un guiño sarcástico, pues dentro de algunas viñetas se sobrepone el paisaje de una ciudad a la distancia o la imagen de un auto detenido ante un semáforo; insinuando que a pesar del desarrollo tecnológico, aún somos una especie primitiva.
Son nueve letras las que conforman el título Brujajaja, así como son nueve las voces que se encargan de nutrir la recopilación, y del mismo modo, nueve es el resultado de sumar cada uno de los dígitos de las 108 páginas, ¿acaso es este un guiño al número cabalístico, y la mezcla entre la palabra bruja y la onomatopeya de la carcajada, no es más que la risa nerviosa que precede a la locura ante el terror cósmico de atisbar en nuestro interior? No lo sé, cada lector está invitado a descubrirlo por sí mismo.
Por cierto, al inicio dije que un proyecto de esta índole, no le pedía nada a otras publicaciones, pero después de todo, sí hay algo que podríamos pedirle: más páginas y un mayor tiraje de ejemplares, aunque como pintan las cosas en el medio, tal vez esto ya sea avaricia.
Adriana Cassiano y Anahi H. Galaviz, editoras, Brujajaja. Revista laboratorio de narrativa gráfica contemporánea, Fauna Nociva, Ciudad de México, 2022, 108 pp.
Conrado Parraguirre(Chetumal, Quintana Roo), es maestro en Literatura Aplicada por la Universidad Iberoamericana Puebla. Ha publicado poesía y relato en diversos medios, de donde destacan las antologías: Pinos Alados: Una selección (2020) y Letrinas del Cosmódromo (2022). También ha publicado cartón e historieta; y participó en las dos ediciones del Almanaque de Narrativa Gráfica MX, con un e-book autoeditado de nombre Fallas técnicas (2020) y un fanzine de ilustropoesía llamado Parraguirre. El misántropo amistoso (2021). Actualmente ejerce su derecho a estar errado.